Quedáis advertidos: a partir de estos momentos, todo lo que vais a leer... ¡no es producto vuestra imaginación! (ni de la mía).
El lunes me llamó mi prima Yolanda a primera hora de la mañana proponiéndome un plan al que no me podía resistir: noche en el Teatro Alfil. Sin dudarlo un momento dije que sí. No sabía qué íbamos a ver y la sorpresa fue grande al enterarme que veríamos un espectáculo de hipnosis.
El show (no digo espectáculo, porque lo que vimos fue un show) comenzó a las ocho y media de la tarde. El público heterogéneo del teatro presagiaba que la noche daría mucho de qué hablar... Entre el doble de Leandro de Borbón, sentado en primera fila, frikis, y algún que otro que venía de la #spanish_acampada_revolution, la noche prometía.
Al más puro estilo americano, a oscuras, y con una musiquilla de misterio apareció en escena: el hiptonista (o hipnotizador). Con una máscara de todo a cien con la que pretendía dar miedo, un sombrero de copa, y disfrazado de no sé qué con un traje -para él elegante- dos tallas menos (el oficio no tiene que darle para mucho...) el protagonista irrumpió en el escenario.
Un, dos, tres, ¡duerme! Y el show comenzó. Aquello parecía más una película de Almodovar que un espectáculo de hipnosis. Las víctimas (sí digo bien víctimas, porque su reputación quedó por los suelos) nos iban brindando momentos irrepetibles -unos con más acierto que otros-. Los típicos numeritos de "no te puedes mover de la silla", "ahora estás borracho", "baila como un robot", "ponte estas gafas y verás al público desnudo"... conformaron este espectáculo que se debería de haber llamado "Desmontando la hipnosis".
En fin, un rato divertido en el que me pude dar cuenta de que sí que es cierto que el poder está en la mente, pero que mi mente no tiene poder suficiente para asimiliar todo aquel circo. Y hablando de Circo, al final del espectáculo llevé a mis primas y a la amiga que nos invitó al espectáculo a otro Circo mucho mejor, El Circo de las tapas, en la calle Corredera Baja de San Pablo, si no me equivoco. Tapas andaluzas y alguna que otra innovación, servicio bueno, sitio muy agradable y, lo mejor de todo... buen precio!!!! Pero eso os lo contaré en otro post.
Ahora, cuando yo diga tres: ¡despertad!, la vida sigue
No hay comentarios:
Publicar un comentario