domingo, 29 de mayo de 2011

Living Madrid

¿Cómo resumir un fin de semana de tanta actividad? ¿Por dónde empiezo? Pues como ya estamos en plena Feria del libro, escogeré un comienzo literario...

Érase una vez la historia de un joven gaditano que decidió un día trasladarse a vivir a la capital... y una vez allí... Bueno, dejémonos de rollo y vamos al grano. El finde comenzó con lluvia, mejor dicho, tormenta, pero aún así decidí que el agua no iba a ser un obstáculo para hacer planes, aunque el plan del viernes fue quedarme en casa por la noche, para coger fuerzas para el sábado.

A pesar de que el punto de encuentro fue en Goya, más concretamente en el Geographic, supuestamente para ver el fútbol (el resto, yo no, porque ya sabéis que yo de fútbol, ná), tras el primer tiempo, la ruta derivó al centro. Cogimos el metro y nos trasladamos a la zona de Chueca. Hacía buena noche y decidimos probar la terraza del recién inaugurado Mercado de San Antón (calle Augusto Figueroa). Aunque el concepto no es nada novedoso, ya que es una copia del Mercado de San Miguel, el resultado no es del todo malo.

Empezamos por la arquitectura -Curro me acordé mucho de tí, aunque creo que tú habrías proyectado algo con más personalidad-. Un espacio diáfano, en varias alturas, una decoración poco original y un pésimo sistema de refrigeración. Pero bueno, en este caso, más que el contenido lo que importa es el continente, es decir, las tapas, y la verdad es que no estaban nada mal.





Comenzamos con un poco de Japo (riquísimo, por cierto) Bea, Laura, y yo nos lanzamos a la aventura de los palillos. La verdad no se nos dio nada mal y el sushi estaba de mueerrrteeeeee. Ahí nos teneis...


Por cierto, antes de continuar, aunque penséis que Laura y Bea van vestidas igual, no es cierto. Son los superpoderes que os transmití el otro día a todos a través del post de la hipnosis.

Bueno, y después del Japo continuamos con las empanadas, las hamburguesas y alguna que otra especialidad griega, ¿verdad Mari? Aunque lo mejor de todo, sin duda alguna, fueron las tartas. De la de chocolate no me dio tiempo a recoger testimonio gráfico, pero la de fresa sí que sí. ¿Apetece, verdad?

Y después de la cena, momento de las copas. Se plantea el dilema. ¿Dónde vamos? A pesar de que la alternativa propuesta pintaba muuuuuuyyyy bien, la terraza 360 del hotel Ada, en Gran Vía 2, finalmente comprobamos que no había sitio para todos. Pero a la próxima no se nos escapa. Las vistas de la Gran Vía, Cibeles y, como no, el edificio Metrópolis de noche no hay que perdérselas. Ahí os dejo unas vistas de la zona, pero desde el suelo, jajjajajaja
Al final, optamos por una apuesta segura: el Gin Club del Mercado de la Reina, en Gran Vía. Buen ambiente, buenos precios -para ser Madrid- y bunas copas. Yo opté por una Citadelle, pero hubo de todo: Hendricks, Seagrans, y la propuesta más apetecible, con el consejo de Michele, Brookmas. Impresionante. El acompañamiento de fresas y mandarina, sorprende.

Y como toda buena historia, la noche llegó a su fin para un servidor -aunque para el resto solo duró una hora más, jajajja-.

Mañana. Hamburguesas -no del Burger King-, Lomana, y letras

2 comentarios:

  1. Desde luego es divertidísimo leer tus crónicas, en cuanto vueva a Madrid disecciono el mercado como buen arquitecto crítico, pero me muero de ganas de leer ese encuentro con Carmen Lomana!!

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  2. Bueno, crítica realmente no te voy a hacer porque no soy yo la más indicada, cuando hagas un logo entonces me ofrezco :) Yo creo que lo mejor de todo es que te lo pasas bien haciéndolo y los demás leyéndolo.

    Ahora, envidia me estás dando una jartá! :)

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